domingo, 18 de noviembre de 2007

Una cena exótica. (Acto Primero)

Esta historia ocurrió hace unos cuantos años y por tanto, sólo más o menos como la cuento, aunque mas bien más que menos.

Los nombres de sus protagonistas no son Alfonso Nazario y Federico Rogelio, pero los vamos a llamar así para preservar el anonimato de estos y su eleccion de darse a conocer o no.

Como he dicho fue hace unos años y por supuesto en Madrid. En una conferencia de cuyo tema no puedo acordarme sin hacer memoria... Era sobre "el efecto 2000".
Estaban Alfonso Nazario y Federico Rogelio de lo mas interesados y atentos a la charla que daba Nosequien que trabajaba en nosedonde, cuando entro en la sala un hombre alto, delgado, medio viejo, con los ojos azules y un pelo... el caso es que tenia una buena barba y una buena melena y las dos bien blancas. Tenía toda la pinta de un santón o uno de eso gurús de la India. Se sentó de cualquier manera en un sillon y se quedo escuchando.
Llego la ronda de preguntas. De repente y sin haber pedido la palabra, se puso a hablar (y con algun acento del hemisferio Norte) echandole en cara a los ponentes que se ovidaban de los hombres ante las maquinas... y que desde ahí arriba se hablaba mucho, y que se tenia el poder y no se qué y no se qué mas.
Esta entrada en escena no gusto mucho, por supuesto, y le dijeron (el moderador) que si no tenía ninguna pregunta concreta (y ciertamente no era muy concreto el asunto de su queja) que por favor no intrrumpiera. Fue entonces cuando se levanto enfadado y fue hasta la tarima donde estaban y dijo que era muy facil hacer callar cuando se tenia el microfono, y preocuparse por los ordenadores y nosequé, pero que esta chica, por ejemplo, (señalando a una inocente espectadora) tenía mas inteligencia y mas belleza que sus computadoras. Lo cierto es que se desmadró un poco y los tenía un poco asustados pero consiguieron que se fuera y la cosa acabo ahí.
Podriamos pensar que era simplemente un loco, pero la verdad es que sus palabras no estaban del todo huecas.
Al salir del edificio Alfonso Nazario y Federico Rogelio, vieron al santón al final de la calle leyendo algun anuncio en una farola.

"Mira. ¿Le preguntamos que era lo que queria decir antes? No sé. No me pareció bien como le trataron." dijo Alfonso Nazario; y Federico Rogelio, "Ya. Podria ser interesante.¿Quien será? o, ¿de dónde vendrá?".
-Hola.
-Hola.
-Estabamos antes en la conferencia y blablabla...
Y el: -Sí, porque los rectores con sus microfonos... blabla... el alma de la gente...
y vosotros sois jovenes y bla y bla... no habeis andado descalzos por la selva...pero nosotros...blablabla... porq nosotros hemos visto muchas cosas...
Y Alfonso Nazario y Federico Rogelio: -Pero ¿de dónde vienes?... ¿quienes sois vosotros?, y él: - Yo y él.-señalandose al pecho y al cielo.
Hablaron un ratín más y lo cierto es que no quedaba muy claro ni lo que predicaba ni sus pensamientos, pero el caso es que llegado un punto, les dijo que les invitaba a cenar en su casa. Que vivía por San Bernardo.

- Bueno no sé. ¿Que te parece, Federico Rogelio?
- No sé... No, mira, gracias. Yo... tenemos que hacer trabajo para mañana...
- Venga... que más da. Volvemos pronto -Alfonso Nazario ya estaba convencido-. Venga, ven. (mirada asesina y en plan "túestásloco" de Federico Rogelio)
Federico Rogelio se fue por un lado y Alfonso Nazario y el Santón por el otro en direccion al metro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Puto Frederik, qué tío más soso. Ahy del que mira y no ve!!!

Raph dijo...

joé anibal no nos dejes a medias asi cabron! :)
en cuanto a la foto del osho, que sepas que este tio era un guru indio que revendicaba pobreza teniendo en su garage una coleccion impresionante de rolls royces jeje.

Anónimo dijo...

No se me olvida la noche que Alfonso Nazario pasó fuera de casa mientras cenaba acompañado del Santón que viajaba en metro sin billete. Y todo lo que trajo al mítico Juan XXIII fue un papelajo con frases raras escritas en espiral que, a buen seguro, conserva en algúna caja. Por cosas como éstas, y está mal que yo y mi cordura lo reconozcamos, es por las que echo de menos a un Almibar que desapareció hace algunos años... Suerte la mía y la de Federico Rogelio por haberle conocido en su salsa!! (y mil gracias!)